miércoles, 30 de diciembre de 2015

Que la Providencia sea generosa con vosotros.


ADIÓS, TRISTEZA; BIENVENIDA, ESPERANZA.

Año que te vas despacio
y no acabas de irte nunca,
déjale sitio a tu hermano
que se impacienta en su cuna.
Deja de arrastrar los pasos
y de soñar con la luna.
Tu tiempo ya ha terminado…
y vida no hay más que una.
El año nuevo ha llegado
atragantado de uvas
a tu puerta reclamando
su herencia de era futura.
Has entrado en el pasado
como nube que se esfuma
con el viento de un tornado;
como se mueve en la duna
grano de arena impulsado.
                  …………..
Con el Niño nace el año
que en  Navidad se nos va;
con el año nace el Niño,
perseguido sin piedad,
que sufrió terrible daño
por dar a la Humanidad
vivo  ejemplo de cariño
y una oportunidad
de enmendar el desaliño
que sufría la sociedad.
Y esto pasa año tras año.
                        …………..
Adiós, año dos mil quince;
a punto estás de acabar.
¡Cuántos  días despediste
que no veremos jamás…!
Desventuras nos trajiste
difíciles de olvidar.
La fortuna prometiste
en sorteos de Navidad,
pero a pocos socorriste
en tanta necesidad.
Dos mil quince: ya te fuiste;
dos mil dieciséis ¿¡qué tal!?...
            ………………
No sé por qué prometéis
cuando acabáis de empezar
que felices nos haréis
todo el año, hasta el final,
y contentos nos ponéis
con tanta facilidad,
Si  luego no lo sabéis
cumplir con formalidad.
Vale más que nos dejéis
tantear la inseguridad
y, tranquilos, descanséis;
por nuestra estabilidad.
En el dos mil dieciséis
con María y Dios quedad
y a mí no me importunéis
con promesas. De verdad.
Que ya bien me conocéis…
Años nuevos: descansad;
y no más me castiguéis,
con vuestro augurio fatal.


                                                ©  Salvador Navarro Fernández.

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