lunes, 20 de marzo de 2017

EL ÁRBOL DE VIRGILIO, LA VIRGA POPULEA O RITO DE PLANTAR UN ÁLAMO DEDICADO A LA VIRGEN.
   En el año 70 a.C. nació Virgilio, el insigne poeta latino. Cuando Octavio accedió al poder imperial, tras derrotar a Marco Antonio, Virgilio, que ya era amigo de Octavio, se esforzó en resaltar todas las virtudes del emperador y éste justamente le compensó, mediando la influencia de Mecenas,  convirtiéndose en símbolo de Roma, y poeta del Imperio*.
   A partir del engrandecimiento, justificado por su obra y por la fama adquirida de la figura de Virgilio, se explica el contenido de la biografía que de él hizo cien años después de Cristo, Suetonio, en el apartado correspondiente a Virgilio de su libro De Poetis . En él se dice:
  Publio Virgilio Marón fue mantuano, de padres modestos1 y, sobre
todo, de padre, del que algunos refieren que fue artesano alfarero;
la mayoría, que al principio fue asalariado de cierto Mago,  mensajero
oficial, y después su yerno  gracias a su habilidad; y que
aumentó en mucho su pequeño patrimonio comprando bosques y
criando abejas.  Nació cuando Gneo Pompeyo Magno y Marco Licinio
Craso eran cónsules por primera vez, en los idus de octubre,
en un pueblo que se llama Andes,  y que está no lejos de Mantua.
  La madre, embarazada de él, soñó que paría una rama de laurel,
que, al contacto con la tierra, se fortaleció y creció allí mismo en
una especie de árbol maduro y repleto de variados frutos y flores.
Y al día siguiente, dirigiéndose con su marido al campo vecino, se
apartó del camino y dio a luz en una zanja cercana.   Y cuentan que
cuando el infante nació, no lloró, y que estaba con el semblante tan
tierno,  que ya entonces daba la esperanza no dudosa  de un destino más próspero.
  Y se añadió otro presagio; pues, según la costumbre
de la región, una vara de álamo plantada en el mismo lugar,
inmediatamente después del alumbramiento, creció en tan breve
tiempo que igualó a los álamos sembrados mucho antes. A causa de
él, esa vara se llamó árbol de Virgilio o virga populea (vara de chopo),  
y también se consagró con suma religiosidad de embarazadas y parturientas,
 que allí hacían y cumplían votos.

  En torno al equinoccio de primavera, o en Pascua Florida (Semana Santa) como  el cristianismo tradujo, se “planta” un álamo o chopo junto a la puerta de la ermita del lugar.  Esta vinculación entre María madre y la idea de la suprema fertilidad personificada en ella y en el fruto de su vientre, es una reminiscencia de la leyenda del embarazo de la madre de Virgilio y el nacimiento de su eximio hijo, que la Iglesia adoptó, a mayor gloria suya.
   Está muy arraigada la costumbre de plantar un álamo en el mes de abril o primeros de mayo, en la puerta de la ermita de muchas localidades menores en distintas partes de la geografía española. La colocación suele ser por la noche, y la hacían, a veces, los quintos, que, en ocasiones añadían un ramo en la reja de la casa de la joven que pretendían. A ellos se les llamaba “mayos”, y de ahí salió el calificativo o nombre “majos”.
   En una sociedad agropecuaria como lo fue la de la época romana y durante muchos siglos más, resulta lógico que perdurara esta conexión entre la fertilidad natural general y la fertilidad femenina, así como que se eligiera al chopo como planta representativa de dicha fertilidad, por su facilidad de arraigo.
   Lejanamente relacionado con lo anterior, está esta noticia,
    Más de 300 personas plantaron este sábado sus pinos en el parque Regional El Valle-Carrascoy, en el marco del programa 'Bosques para la Salud' de la Unidad de Salud Medioambiental Pediátrica del Hospital Clínico Universitario Virgen de la Arrixaca. En la plantación, en la que participaron padres, madres, niños recién nacidos, junto a sus hermanos, las familias se comprometieron a visitar la zona periódicamente para asegurarse de la evolución de estas plantas, con las que ya han contraído una vinculación afectiva.
   En las fiestas “lupercales”, se ofrecían sacrificios de carneros. Un grupo de muchachos llamados “lupercos”, eran untados con la sangre de dichos animales. Luego, casi en cueros, disfrazados con las pieles de esos animales, corrían, azotando a todo el que encontraban. Las mujeres no debían rehuir estos golpes, que les proporcionaban fecundidad. Los “lupercos” eran como un símbolo de fecundación y fecundidad de los ganados, base de la economía de entonces (pecunio, pecunia, viene de “pecus” , carnero, oveja).
   Después de las “Lupercalia”, venían las “Matronalia”. Era la fiesta de las matronas o mujeres casadas, dedicadas a asegurar la fecundidad de la mujer. Estaba dedicaba a Juno Lucina, diosa femenina a la que estaban consagradas las “calendas”, o días de luna nueva en los últimos del mes. Su nombre era “Lucetia”, la Iluminada. Se confunde con el de Lucina, diosa de los partos, momento de dar a luz al niño que nacía, el alumbramiento.





*“Sic vos…non vobisEn cierta ocasión en que, teniendo prevista el emperador Augusto-la celebración de unos juegos en el Circo, llovió tempestuosamente la noche precedente, lo que hizo temer que habría que suspenderlos, pero a la mañana siguiente lucía un sol espléndido, y pudieron, así, celebrarse. Aparecieron poco después, escritos en la pared del palacio imperial estos dos versos, formando un dístico elegiaco: Nocte pluit tota, redeunt spectacula mane: divisum imperium cum love Caesar habet. «Llueve durante toda la noche; por la mañana se reanudan los espectáculos: César tiene su imperio compartido con Júpiter». Quiso el emperador Augusto saber quién era el autor de los versos, y se presentó un individuo llamado Batilo (Bathyllus), que afirmó ser el autor y el que los había escrito en la pared, y fue agasajado. Virgilio, que era el verdadero autor, escribió entonces, sin que nadie lo viese, en la misma pared un hexámetro y cuatro primeros hemistiquios de otros tantos pentámetros (que también podrían ser dos pies y medio de otros tantos hexámetros): Hos ego versiculos feci, tulit alter honores: sic vos non vobis sic vos non vobis sic vos non vobis sic vos non vobis «Estos versos los hice yo; otro se llevó los honores: así vosotros no para  vosotros.., así vosotros no para vosotros.., así vosotros no para vosotros... así vosotros no para vosotros...». Como los cuatro hemistiquios eran ininteligibles si no se completaban, Augusto ordenó que los completara, delante de él, quien pudiera; no fue Batilo capaz de hacerlo, y fue Virgilio el que los completó, en forma de cuatro pentámetros seguidos (nata or(xov), de esta manera: sic vos non vobis mellificatis, apes; sic vos non vobis fertis aratra, boyes; sic vos non vobis nidificatis, aves; sic vos non vobis vellera fertis, oves. “Así vosotras, no para vosotras, hacéis la miel, abejas; así vosotros, no para vosotros, lleváis los arados, bueyes; así vosotras, no para vosotras, hacéis los nidos, aves; así vosotras, no para vosotras, lleváis los vellones, ovejas». De esta manera quedó demostrado que era Virgilio el verdadero autor de los siete versos.

jueves, 16 de marzo de 2017


DE CÓMO TRAJERON BUENOS AUGURIOS LOS IDUS DE MARZO, AUNQUE PRESAGIABAN CONFLICTO ENTRE OVERA Y PALACÉS, A PROPÓSITO DEL CARNAVAL.


¡Quién podía imaginar que en forma súbita
un suceso casual, un hecho insólito
iba a dar ocasión en plaza pública,
(en Facebook y otros medios electrónicos,
que se hallan por doquier en nuestra época),
de discutir ¡tan bien!, en modo estólido
sobre cosa pueril de esta república!
Fue el asunto en cuestión, el de las máscaras
y el apellido que les da el indígena
a uno y otro lado del desértico
valle del Almanzora poco hidráulico,
en este tramo de la Overa heróïca
frente a la filabre Palacés zurgénica.
Alcanzó aquella lid un cariz cómico
cuando amenazaba ser dramática,
pues hubo algún mediano despropósito,
intercalado de manera estrambótica
en texto “palaciego” archifantástico
propio de autor con prosa catastrófica,
que detesta quizá al sublime Góngora,
de Polifemo y Galatea la fábula,
de la bella ninfa y el fiero cíclope
y prefiere, al destello pirotécnico,
el ruido tronante de la pólvora,
su olor a azufre, y polvo carbonífero
del petardo ruin y cohete múltiple.
Era un prodigio el formidable artículo
-deslumbrante como cualquier fenómeno-
que nos bajaba de un cuerno lunático
y nos situaba a la altura betúnica
a los de la ribera meridiánica
en la margen izquierda del malévolo
río soberbio, de furor auténtico.
Sonaba bien la materia de música,
pero desentonaba por la lítera.
Hubo alguna tensión bastante eléctrica
que estuvo a punto de fundir los plúmbeos;
mas no se tensó tanto el elástico
y acabóse tan absurda polémica,
en torno al Carnaval cencerriacústico,
cuando medió con actitud pacífica
gente sensata de talante cívico,
que aproximó, cordial,  posturas rígidas,
e hizo distinguir lo que es superfluo,
de lo esencial, en situaciones críticas.
Depusieron  las armas antagónicas
aquellos adversarios tan acérrimos;
y firmaron las paces napoleónicas,
de entrambas orillas, los ejércitos,
según rezan las inscripciones pétreas
y difunden las famas mitológicas
por amplios valles, montañas y océanos:

                                         Pacem Superbam
     Flumen Superbum, Idus Martiae. DC et IV annos post Xto.*


*Inscipción epigráfica lapidaria supuestamente hallada después de la riada de 1973, en las inmediaciones del río Almanzora, a la altura de Overa, a la que le falta un fragmento; lo cual motiva que no se pueda determinar con exactitud a qué etapa histórica pertenece. Podría ser de época bizantina y conmemoraría un suceso similar al arriba descrito.


                                                 Salvador Navarro Fernández