miércoles, 14 de febrero de 2018





A los amadores desencantados, hartos de sufrir los desengaños de sus anhelos... frustrados por el capricho de un dios infante con alas, provisto de flechas, desnudo y con los ojos vendados:
CIEGO QUE APUNTAS Y ATINAS, de Luís de Góngora



Ciego que apuntas y atinas,
 caduco dios y rapaz,
 vendado que me has vendido
 y niño mayor de edad,
por alma de el tu madre  
—que murió, siendo inmortal,
 de invidia de mi señora—,
 que no me persigas más.
Déjame en paz, amar tirano,
 déjame en paz.
Baste el tiempo mal gastado.
 Amadores desdichados
que seguís milicia tal,
decidme, ¿qué buena guía
 podéis de un ciego sacar?
 De un pájaro, ¿qué firmeza?
¿Qué esperanza, de un rapaz?
¿Qué galardón, de un desnudo?
 De un tirano, ¿qué piedad?
 Déjame en paz, amor tirano,
déjame en paz.  
Diez años desperdicié,
los mejores de mi edad,
en ser labrador de Amor,
a costa de mi caudal.
 Como aré y sembré, cogí:
 aré un alterado mar,
 sembré una estéril arena,
cogí vergüenza y afán.
 Déjame en paz, amor tirano,

 déjame en paz.

martes, 13 de febrero de 2018





Requiem por el castellano claro
Una equina en la política
con pretensiones políglotas
revestida de mil ínfulas
nos arroja burda brújula
con que orientarnos sin pérdida
por los senderos selváticos
de la hispánica lingüística.
Inventó esta sabia fémina,
como palabra sinónima
de “portavoz” la estrambótica
“portavoza”, que es ridícula;
y, en vez de hacer, como es lógico,
un arreglillo instantáneo,
corrigiendo lo anecdótico
del patinazo lingüístico,
ha soltado un rudo cántico
de talante feminístico
que hace llorar a los rústicos,
seculares y eclesiásticos.
Por ser propio de los équidos,
también llamados cuadrúpedos,
“portacoz” sería más lúcido,
o “portacoza” más “rúcida”
que habla a patadas sónicas
entre rebuznos frenéticos.
Algo así ha hecho esta hiperínclita
asna de este ruedo ibérico,
fiera con aire indoméstico,
que vive a costa del público,
y nos impone su léxico,
con fórmula estalinística.
La “portaberza”  mediática
con chapurreo idiomático
va necesitando un áspero
bozo de esparto o de plástico,
con portabozo bien sólido.
O un largo y flexible vástago
de verde y frondoso cítrico
con el que aprenda de súbito

esta elemental temática.