martes, 13 de febrero de 2018





Requiem por el castellano claro
Una equina en la política
con pretensiones políglotas
revestida de mil ínfulas
nos arroja burda brújula
con que orientarnos sin pérdida
por los senderos selváticos
de la hispánica lingüística.
Inventó esta sabia fémina,
como palabra sinónima
de “portavoz” la estrambótica
“portavoza”, que es ridícula;
y, en vez de hacer, como es lógico,
un arreglillo instantáneo,
corrigiendo lo anecdótico
del patinazo lingüístico,
ha soltado un rudo cántico
de talante feminístico
que hace llorar a los rústicos,
seculares y eclesiásticos.
Por ser propio de los équidos,
también llamados cuadrúpedos,
“portacoz” sería más lúcido,
o “portacoza” más “rúcida”
que habla a patadas sónicas
entre rebuznos frenéticos.
Algo así ha hecho esta hiperínclita
asna de este ruedo ibérico,
fiera con aire indoméstico,
que vive a costa del público,
y nos impone su léxico,
con fórmula estalinística.
La “portaberza”  mediática
con chapurreo idiomático
va necesitando un áspero
bozo de esparto o de plástico,
con portabozo bien sólido.
O un largo y flexible vástago
de verde y frondoso cítrico
con el que aprenda de súbito

esta elemental temática.

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