miércoles, 14 de febrero de 2018





A los amadores desencantados, hartos de sufrir los desengaños de sus anhelos... frustrados por el capricho de un dios infante con alas, provisto de flechas, desnudo y con los ojos vendados:
CIEGO QUE APUNTAS Y ATINAS, de Luís de Góngora



Ciego que apuntas y atinas,
 caduco dios y rapaz,
 vendado que me has vendido
 y niño mayor de edad,
por alma de el tu madre  
—que murió, siendo inmortal,
 de invidia de mi señora—,
 que no me persigas más.
Déjame en paz, amar tirano,
 déjame en paz.
Baste el tiempo mal gastado.
 Amadores desdichados
que seguís milicia tal,
decidme, ¿qué buena guía
 podéis de un ciego sacar?
 De un pájaro, ¿qué firmeza?
¿Qué esperanza, de un rapaz?
¿Qué galardón, de un desnudo?
 De un tirano, ¿qué piedad?
 Déjame en paz, amor tirano,
déjame en paz.  
Diez años desperdicié,
los mejores de mi edad,
en ser labrador de Amor,
a costa de mi caudal.
 Como aré y sembré, cogí:
 aré un alterado mar,
 sembré una estéril arena,
cogí vergüenza y afán.
 Déjame en paz, amor tirano,

 déjame en paz.

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