DE CÓMO
TRAJERON BUENOS AUGURIOS LOS IDUS DE MARZO, AUNQUE PRESAGIABAN CONFLICTO ENTRE
OVERA Y PALACÉS, A PROPÓSITO DEL CARNAVAL.
¡Quién podía
imaginar que en forma súbita
un suceso
casual, un hecho insólito
iba a dar
ocasión en plaza pública,
(en Facebook
y otros medios electrónicos,
que se
hallan por doquier en nuestra época),
de discutir ¡tan
bien!, en modo estólido
sobre cosa pueril
de esta república!
Fue el
asunto en cuestión, el de las máscaras
y el apellido
que les da el indígena
a uno y otro
lado del desértico
valle del
Almanzora poco hidráulico,
en este
tramo de la Overa heróïca
frente a la
filabre Palacés zurgénica.
Alcanzó
aquella lid un cariz cómico
cuando
amenazaba ser dramática,
pues hubo
algún mediano despropósito,
intercalado
de manera estrambótica
en texto “palaciego”
archifantástico
propio de
autor con prosa catastrófica,
que detesta quizá
al sublime Góngora,
de Polifemo
y Galatea la fábula,
de la bella
ninfa y el fiero cíclope
y prefiere,
al destello pirotécnico,
el ruido
tronante de la pólvora,
su olor a
azufre, y polvo carbonífero
del petardo
ruin y cohete múltiple.
Era un
prodigio el formidable artículo
-deslumbrante
como cualquier fenómeno-
que nos
bajaba de un cuerno lunático
y nos
situaba a la altura betúnica
a los de la
ribera meridiánica
en la margen
izquierda del malévolo
río
soberbio, de furor auténtico.
Sonaba bien
la materia de música,
pero desentonaba
por la lítera.
Hubo alguna
tensión bastante eléctrica
que estuvo a
punto de fundir los plúmbeos;
mas no se
tensó tanto el elástico
y acabóse
tan absurda polémica,
en torno al
Carnaval cencerriacústico,
cuando medió
con actitud pacífica
gente
sensata de talante cívico,
que
aproximó, cordial, posturas rígidas,
e hizo
distinguir lo que es superfluo,
de lo esencial,
en situaciones críticas.
Depusieron las armas antagónicas
aquellos
adversarios tan acérrimos;
y firmaron
las paces napoleónicas,
de entrambas
orillas, los ejércitos,
según rezan
las inscripciones pétreas
y difunden
las famas mitológicas
por amplios
valles, montañas y océanos:
Pacem Superbam
Flumen Superbum, Idus Martiae. DC et IV annos
post Xto.*
*Inscipción epigráfica lapidaria supuestamente hallada
después de la riada de 1973, en las inmediaciones del río Almanzora, a la
altura de Overa, a la que le falta un fragmento; lo cual motiva que no se pueda
determinar con exactitud a qué etapa histórica pertenece. Podría ser de época
bizantina y conmemoraría un suceso similar al arriba descrito.
Salvador Navarro Fernández
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