miércoles, 20 de mayo de 2020


Dicen que tiene el suplicio
del discurso del sabat
o sermón de Pedro Sanz
carácter alimenticio
de cordón umbilical
entre Gobierno y Ciudad.
A mí me saca de quicio
este Sánchez maladroit
con su homilía semanal.
De estulticia tiene oficio
y es mayúscula maldad
de gobernante incapaz,
esa paliza o fornicio
del sábado en su canal,
a la hora de almorzar,
a su sólo beneficio
y a costa del personal
crédulo, ingenuo, vulgar,
fanático y estulticio.
Se adivina ya el final,
mediando algún hospital,
del camino al precipicio
de esta pandemia fatal,
con origen oriental
de guerra sin armisticio,
conversaciones de paz
ni tregua a la que llegar.
 Alcanza el grado de vicio
el castigo quincenal,
rito gubernamental,  
al pecador con cilicio
que nos arrea el zagal
al rebaño en pubertad
como niños del hospicio,
huérfanos sin libertad
o expósitos de adoptar.
Un gran acuerdo propicio
de duración semanal
y más tarde mensual
pretendió desde el inicio
de Ciudadanos lograr
y a su jefa engatusar
este Hércules ficticio.
Trilereando se va
de grupo en grupo el rapaz,
Adonis, y jamás Picio.
 Que alguien haga un orificio
a esta mazmorra letal,
esta cárcel nacional
hermética, sin resquicio,
de sufrimiento fetal
o de depresión mental.


                                      Salvador Navarro Fernández

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