Elogio de mi tierra
Overa, la más
famosa
Fue de España
y sus regiones
En algunas
ocasiones
De aquella
vida azarosa.
Aquí transitó
la gloria
Militar de
las legiones
Romanas con Escipiones,
Con Aníbal,
tunecinas;
Las de Aragón
alfonsinas
De Alfonso el
Batallador;
Las árabes de
El Mansor,
De Castilla
isabelinas
Con Fernando
el de Aragón;
De Jeromín
“felipinas”
Y de Franco
el dictador.
También
conoció la fama
Por otras varias razones:
Por lo sutil
de la lana
De baladores
corderos
Al son del
ronco cencerro,
Por su
melibea naranja
Y su paisaje
solar,
Por ciegas
inundaciones
De la lluvia
torrencial
De otoño en
las estaciones,
Y por ser
cruz de caminos
De las
comunicaciones
Entre la
sierra y el mar
Y distintas
poblaciones
Su río seco y
capaz,
A la vez, de
gran caudal
Y su puente
gris de hierro.
EN HOMENAJE A RODRIGO CARO Y A LA “ODA A LAS
RUINAS DE ITÁLICA”; Y DEDICADO A OVERA Y A MIS PAISANOS.
Estos
tristes, ¡ay, dolor! que ves ahora
Campos de
sequedad, huertos quemados
Fueron un
tiempo aldea vital famosa.
Aquí, de
Cipión el Africano
Calzada fue
de ruta montuosa.
Itinerario de la Vía Hercúlea que pasaba por
“Hércula-Overa” (desde ADARAS a SAETABI –¿de Adra a Játiva?) seguido por Balbo
de Gades cuando fue a visitar a Tito Livio, y que fue hallado en los baños de
Vicarello a 30 Km de Roma.
Cumbre del Cabezo de la Jara, en los
confines de Huércal-Overa, supuesta tumba de Escipión el Africano
Busto de Cneo Escipión, tío de Escipión el
Africano
Yace el honor, bajo una larga espera,
Y es hoy
reliquia solamente
De aquellos
días lejanos en Overa
La
hazaña gloriosa de su gente.
Zozobra el
barco en mar tempestuosa
Gime la
tierra y llora sin consuelo
Reza,
sufre, impreca y desespera
Mira y niega
la imagen monstruosa
De abandono y
desprecio de su suelo
Que a tantos
dio alimento generosa
A la orilla
del río, en su ribera
Cuando quiso echar Dios, agua del cielo
En el temido
otoño o primavera
En noche de
relámpagos y truenos
O
tarde veraniega tormentosa,
Que exclamar motivara de los buenos:
¡Válgame Dios! ¡Qué lluvia tan severa!
Santa Bárbara venga a socorrerte
Si andas en
descampado y a tu suerte
Y sale y estás cerca, el río de Overa.
Atiende el
ronco son de caracolas
Que avisan
del peligro, de la muerte
Que traen las
tumultuosas, turbias olas
Riada en el Almanzora.
Del río que viene rudo a cualquier hora
Y mueve gruesas piedras y a la gente
Que feliz a
su orilla vive y mora,
Arrastra sin
piedad, terriblemente
Y tumba
enorme mole tan ingente
De una tarde
de lluvia en una hora
Como aquel
nuestro extraordinario puente
De hierro
fabricado firmemente
De
barandillas que al vibrar sonoras
Cantaban su
canción rítmicamente.
Te enfrentas
a un gigante impenitente,
Un cíclope
sin alma que elabora
Tragedias en
silencio, indiferente
Al tránsito del tiempo, eternamente:
El
formidable, rústico Almanzora.
De los sus
ricos huertos solamente
Despojos
quedan pobres, lamentables.
Vestigios de
anteriores admirables
Que apenas ya se ven difícilmente,
Riquezas que
se dice inalcanzables.
Aquellos frescos baños veraniegos
Que el calor
nos quitaron en la infancia
Al tiempo que
alegraron nuestros juegos
Bajo chopos
de sombra en abundancia
Al arrullo
del agua en sus cantares
Y a la caza
de ranas musculares
No volverán
en estos tiempos ciegos.
Las aguas de cristal primaverales
Que del río
manaban regaladas
Hoy no son
más que infectos albañales
Y
lagunas de hedor no depuradas.
Rincones de
floresta ornamental
Ruina son de
ellos tan sólo ahora
Y toda aquella fronda vegetal
Recuerdo
amargo es de bella flora.
Álamos que
crecían en muchedumbre,
Cañares que
formaban selva umbrosa
En el río que
nos dio la vida hermosa
Hoy son sólo
nostalgia y pesadumbre,
Y de todo queda una sola cosa:
Abandono,
residuo y podredumbre.
Esfuerzo es necesario
y voluntad
De
recuperación de aquella era
De riqueza y
de hermosura tanta.
Desde La
Concepción hasta La Santa,
Y desde san
Miguel a Los Navarros
Desde La
Sierrecica hasta El Pilar
Y de Los
Menas hasta Santa Bárbara
Con un sólo
afán, de igual manera,
Sin excluir
ningún rincón de Overa,
Seamos de la esfera toda asombro
Piedras de
sillería sean los guijarros
Renazca el
ave fénix del escombro
Y volvamos a
revitalizar
La imagen de
nuestra localidad
Trabajando en
común, hombro con hombro.
Aquí
tuvo su cuna un legendario
Nunca
envidioso pueblo, sí envidiado
Que al resto
del planeta trasladó
Como de Itaca
Ulises añorado
Amores de la
tierra que dejó
Y emigró a
país o continente
De clima y
lengua ambos desconocidos
Hizo trabajos
mal retribuídos
Pisó una
tierra, gélida o ardiente
Y nunca del
esfuerzo se quejó
Ni añoró una
fortuna sonriente.
Mas, si acaso
alguna vez la suerte
Fue buena con
él, le fue propicia
Ahorró con
profusión, sin avaricia;
Del país de
acogida se alejó
Y volvió al
calor de la familia.
Emigrantes
De
Cesaraugusta hasta Urci llegó
Tres meses a
lomos de brioso corcel
Guerreando con moros sin darles cuartel
Aquel
belicoso rey campeador
Señor de
Navarra y de Aragón
Que mandó en
Zaragoza, aunque no en Teruel
Alfonso Primero el Batallador.
Combatió en otoño desde San Miguel
Que en
septiembre empieza, a final de mes
Pensando en
Granada una y otra vez.
Castillo de
Overa en Santa Bárbara.
“En Nadal
alcázar de Overa avistó”
Y siguió la
ruta del río Almanzor
Luego que de
viandas se aprovisionó
Pues ya era esta tierra un rico vergel.
Alfonso I El Batallador y sus huestes
llegaron, a través de los pasos de Játiva y Peña Cadiella, a Murcia y al Valle
del Almanzora, por el que accedieron a Baza y a Granada.
En el anno de Nuestro Sennor de M CXXV,
plegó sus gentes et con él don Gastón de Bearne, don Pedro vispe de Caragoça,
don Esthevan vispo de Jacca; en el mes de octobre entraron en la tierra de los
moros, tallando et destruyendo plegoron a Valencia; et depués passaron Xucar et
talloron Dennya, depués passoron Murcia, depués fueron a d'Almeria, que la
clamavan en aquel tiempo Urcia, et a la raiz de una sierra et montanna fincaron
sus tiendas, et en el lugar que dizen Alcaçar tenieron la Nadal con gran goyo
et abastamiento de viandas. Enpués esto fueron a Granada et, talando et
destruyendo, depués cercó Cordova; y el rey sennor de todos los reyes moros
d'Espanna con todo su poder ixió a dar batalla en el lugar que yes dito Azinçol
et fueron vencidos los moros, et fue y el rey de Córdova et morieron grandes
gentes de moros que no y havía conta.
—Crónica de San Juan de la Peña en
aragonés
Crónica
de San Juan de la Peña
[versión aragonesa]
Juan de
Barbastro (trad.)
En el siglo
doce se enseñoreó
De tierras de
moros, y poco faltó
Para
adelantarse a su sucesor
Fernando
Segundo aquél de Aragón
Quien con la
Católica reina Isabel,
Como antes otros, Overa pisó
Y luego Real Sitio en Antas montó
Y con bravas huestes villa conquistó
Que llamaban Baria - aún Vera, no-
Antes que
Granada se viera también
Libre del gobierno del Islam feroz.
Don Juan de Austria, temido militar,
hermanastro de Felipe II
Con la sublevación de los moriscos
Llegó don
Juan de Austria hasta Zurgena,
Y cordero de
Overa en los apriscos
Daría a su
hueste una noche buena
Admiró las
fontanas fluviales
Contempló los
espléndidos trigales
Saboreó
negras moras de zarzales
Y aspiró los
aromas naturales.
Bandera anarquista de la época republicana
Aquí una vez prendió el colectivismo
De buena
voluntad, de la anarquía
Seria, bien
observada, y del civismo;
Aunque duró
poco su hegemonía.
Fue arrancada
de raíz por el franquismo
Y no quedó
más que melancolía
De aquella
ingenuidad e idealismo.
Escudo español de la época de los Reyes Católicos, y vigente en la de
Franco.
Luego fue el
nacionalcatolicismo
El que
recuperó la primacía;
Y esta vez,
como ejemplo de amiguismo,
A su jefe
ofreció una dama pía
Alojamiento en su cortijo mismo:
El más rico
de todos los que había.
Allí descansó
Franco un solo día
Como jefe de
Estado -era su oficio
Y el de
mandar en plena autonomía-,
Con toda su
milicia y policía,
Atendido en
desvelo de servicio
Por algún
gobernante en pedanía
De la
localidad, fuera de quicio.
Aquel Marte,
fugaz pasó en Overa
Sólo el
tiempo de oír pavos reales
Graznar allá
entre los naranjales
Pero no
admiración pura y sincera
Aunque sí
miedo y paz reverenciales
Como en los
cementerios funerales.
El “Guernica”, de Picasso, símbolo de la reconciliación, y
advertencia.
Aquellos claroscuros ya pasaron;
Desapareció
el vertical sindicalismo
Nuestras desavenencias
se olvidaron
Y se esfumó
el oscuro pesimismo.
¡Pero cuánto de aquello se perdió…!
¡Cómo llegó la era decadente…!
¿Dónde se fue la luz de aquella gente
Abnegada,
feliz que aquí vivió?
¿Volverá aún a brillar incandescente
El saber
popular de mis paisanos
El hacer delicado de artesanos
La ocurrencia
ingeniosa, el fruto sano
De la
frase graciosa e inocente,
Del arte
primorosa de sus manos…?
Dice el
refrán que el palo se parece
A la astilla que de él se haya sacado;
O dicho de otro modo, que la astilla
Es según la
madera de que viene.
Deseo que el refrán vuelva a ser cierto
Y que sea
aplicable en nuestro caso;
Que
emprendamos quehaceres con acierto
Y cuando no
lleguemos a buen puerto
Sepamos desprendernos del fracaso
Como supieron
sortear dificultades
Los que nos
precedieron en edades
Antiguas,
nuestros antepasados.
Generaciones
nuevas llegarán
Que la nuestra a sus hijos como ejemplo
De honrada
estirpe y modelo a un tiempo
Ufanos y
orgullosos propondrán
Deseosos de
que sean hombres cabales
Y prudentes
mujeres principales.
Esta tierra
les agradecerá
La buena fama que ellos sepan darle
Y en su seno
amorosa acogerá
Al que, naciendo, vino a saludarle.
© Salvador Navarro Fernández
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