domingo, 28 de febrero de 2016


               UN FUTURO EN EL INFIERNO

     El 10 de septiembre de 2013, ocho mujeres subsaharianas –siete con menores de muy corta edad a su cargo y otra embarazada– llegaron en patera y posteriormente fueron acogidas en Puente Genil, siendo atendidas durante 10 días en el Centro de Migraciones de Cruz Roja. Allí se pudo comprobar, recoge la sentencia, que “dos de las chicas hacían de ‘madam’ o controladoras de las otras, teniendo teléfonos móviles y detectándose un cierto grado de sumisión por parte de las demás”. A las siete que venían con bebés a su cargo se les hizo la prueba del ADN. Los resultados no llegaron hasta el 30 de enero de 2014, comprobándose que en ninguno de los casos ellas eran realmente las madres… Pero ya era tarde, porque, desde el 20 de septiembre anterior, todas ellas ya habían abandonado repentinamente el centro, dejando allí ropa y objetos personales.


NIÑOS ANCLA.

En Puente Genil hay niños
que el negro mar atraviesan
por el Estrecho, ateridos;
e inocentemente esperan
de humanos ser socorridos
cuando a la tierra llegan.
Mientras sus cuerpos se secan,
corazones conmovidos,
que se apiaden de ellos ruegan;
sin padre nos han nacido
y madre quizá no tengan,
ni hermanos reconocidos.
Les acompañan negreras
y hombres desconocidos;
ellas son sus carceleras;
ellos, lustrosos felinos.
Como anclas son tenidos
a que aferrarse, guerreras,
-no se devuelve a los niños
al país del nunca vuelvas-.
Unos días transcurridos
los análisis esperan
de ADN distintivos
que aseguren con certeza
si son hijos adoptivos
o son de naturaleza,
-o tal vez niños cautivos-
hijos de quienes los llevan.
Se extravían los archivos,
los papeles se entremezclan;
tales "madres" de estos hijos
se esfuman bajo sospecha
de cometer un delito
de rapto, robo y violencia
sobre estos desvalidos,
que a nadie nos interesan.
Ahora de ellos ¿qué habrá sido?
¿asistirán a la escuela?
¿habrán de paseo salido
con su flamante doncella?
¿Estarán en un hospicio,
en orfanato…, o de fiesta?
¿Serán tal vez conejillos
de una inhumana prueba,
a trasplante sometidos
en clandestina trastienda,
explotados o vendidos
como se vende una prenda?
¡Que aparezcan los benditos

a salvo, que Dios lo quiera!


                                         Salvador Navarro Fernández.

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