EL ÁRBOL DE
VIRGILIO, LA VIRGA POPULEA O RITO DE PLANTAR UN ÁLAMO DEDICADO A LA VIRGEN.
En el año 70 a.C.
nació Virgilio, el insigne poeta latino. Cuando Octavio accedió al poder
imperial, tras derrotar a Marco Antonio, Virgilio, que ya era amigo de Octavio,
se esforzó en resaltar todas las virtudes del emperador y éste justamente le
compensó, mediando la influencia de Mecenas, convirtiéndose en símbolo de Roma, y poeta del
Imperio*.
A partir del
engrandecimiento, justificado por su obra y por la fama adquirida de la figura
de Virgilio, se explica el contenido de la biografía que de él hizo cien años
después de Cristo, Suetonio, en el apartado correspondiente a Virgilio de su
libro De Poetis . En él se dice:
Publio
Virgilio Marón fue mantuano, de padres modestos1 y,
sobre
todo, de padre, del que
algunos refieren que fue artesano alfarero;
la mayoría, que al
principio fue asalariado de cierto Mago, mensajero
oficial, y después su yerno gracias
a su habilidad; y que
aumentó en mucho su
pequeño patrimonio comprando bosques y
criando abejas. Nació cuando Gneo Pompeyo Magno y Marco
Licinio
Craso eran cónsules por
primera vez, en los idus de octubre,
en un pueblo que se llama
Andes, y que
está no lejos de Mantua.
La
madre, embarazada de él, soñó que paría una rama de laurel,
que, al contacto con la tierra,
se fortaleció y creció allí mismo en
una especie de árbol
maduro y repleto de variados frutos y flores.
Y al día siguiente, dirigiéndose
con su marido al campo vecino, se
apartó del camino y dio a
luz en una zanja cercana. Y cuentan que
cuando el infante nació,
no lloró, y que estaba con el semblante tan
tierno, que ya
entonces daba la esperanza no dudosa de un destino más próspero.
Y se
añadió otro presagio; pues, según la costumbre
de la región, una vara de
álamo plantada en el mismo lugar,
inmediatamente después
del alumbramiento, creció en tan breve
tiempo que igualó a los
álamos sembrados mucho antes. A causa de
él, esa vara se llamó
árbol de Virgilio o virga populea (vara de chopo),
y también se consagró con
suma religiosidad de embarazadas y parturientas,
que allí hacían y cumplían votos.
En torno al equinoccio de primavera, o en
Pascua Florida (Semana Santa) como el
cristianismo tradujo, se “planta” un álamo o chopo junto a la puerta de la
ermita del lugar. Esta vinculación entre
María madre y la idea de la suprema fertilidad personificada en ella y en el
fruto de su vientre, es una reminiscencia de la leyenda del embarazo de la
madre de Virgilio y el nacimiento de su eximio hijo, que la Iglesia adoptó, a
mayor gloria suya.
Está
muy arraigada la costumbre de plantar un álamo en el mes de abril o primeros de
mayo, en la puerta de la ermita de muchas localidades menores en distintas partes
de la geografía española. La colocación suele ser por la noche, y la hacían, a
veces, los quintos, que, en ocasiones añadían un ramo en la reja de la casa de
la joven que pretendían. A ellos se les llamaba “mayos”, y de ahí salió el
calificativo o nombre “majos”.
En una
sociedad agropecuaria como lo fue la de la época romana y durante muchos siglos
más, resulta lógico que perdurara esta conexión entre la fertilidad natural
general y la fertilidad femenina, así como que se eligiera al chopo como planta
representativa de dicha fertilidad, por su facilidad de arraigo.
Lejanamente
relacionado con lo anterior, está esta noticia,
Más de 300 personas plantaron este sábado
sus pinos en el parque Regional El Valle-Carrascoy, en el marco del programa
'Bosques para la Salud' de la Unidad de Salud Medioambiental Pediátrica del
Hospital Clínico Universitario Virgen de la Arrixaca. En la plantación, en la
que participaron padres, madres, niños recién nacidos, junto a sus
hermanos, las familias se comprometieron a visitar la zona periódicamente para
asegurarse de la evolución de estas plantas, con las que ya han contraído una
vinculación afectiva.
En las fiestas
“lupercales”, se ofrecían sacrificios de carneros. Un grupo de muchachos
llamados “lupercos”, eran untados con la sangre de dichos animales. Luego, casi
en cueros, disfrazados con las pieles de esos animales, corrían, azotando a
todo el que encontraban. Las mujeres no debían rehuir estos golpes, que les
proporcionaban fecundidad. Los “lupercos” eran como un símbolo de
fecundación y fecundidad de los ganados, base de la economía de entonces
(pecunio, pecunia, viene de “pecus” , carnero, oveja).
Después de las
“Lupercalia”, venían las “Matronalia”. Era la fiesta de las matronas o mujeres
casadas, dedicadas a asegurar la fecundidad de la mujer. Estaba dedicaba a Juno
Lucina, diosa femenina a la que estaban consagradas las “calendas”, o días de
luna nueva en los últimos del mes. Su nombre era “Lucetia”, la Iluminada. Se
confunde con el de Lucina, diosa de los partos, momento de dar a luz al niño
que nacía, el alumbramiento.
*“Sic vos…non vobis” En cierta ocasión en que, teniendo
prevista el emperador Augusto-la celebración de unos juegos en el Circo, llovió
tempestuosamente la noche precedente, lo que hizo temer que habría que
suspenderlos, pero a la mañana siguiente lucía un sol espléndido, y pudieron,
así, celebrarse. Aparecieron poco después, escritos en la pared del palacio
imperial estos dos versos, formando un dístico elegiaco: Nocte pluit tota,
redeunt spectacula mane: divisum imperium cum love Caesar habet. «Llueve
durante toda la noche; por la mañana se reanudan los espectáculos: César tiene
su imperio compartido con Júpiter». Quiso el emperador Augusto saber quién era
el autor de los versos, y se presentó un individuo llamado Batilo (Bathyllus),
que afirmó ser el autor y el que los había escrito en la pared, y fue
agasajado. Virgilio, que era el verdadero autor, escribió entonces, sin que
nadie lo viese, en la misma pared un hexámetro y cuatro primeros hemistiquios
de otros tantos pentámetros (que también podrían ser dos pies y medio de otros
tantos hexámetros): Hos ego versiculos feci, tulit alter honores: sic vos non
vobis sic vos non vobis sic vos non vobis sic vos non vobis «Estos versos los
hice yo; otro se llevó los honores: así vosotros no para vosotros.., así vosotros no para vosotros..,
así vosotros no para vosotros... así vosotros no para vosotros...». Como los
cuatro hemistiquios eran ininteligibles si no se completaban, Augusto ordenó
que los completara, delante de él, quien pudiera; no fue Batilo capaz de
hacerlo, y fue Virgilio el que los completó, en forma de cuatro pentámetros
seguidos (nata or(xov), de esta manera: sic vos non vobis mellificatis, apes;
sic vos non vobis fertis aratra, boyes; sic vos non vobis nidificatis, aves;
sic vos non vobis vellera fertis, oves. “Así vosotras, no para vosotras, hacéis
la miel, abejas; así vosotros, no para vosotros, lleváis los arados, bueyes;
así vosotras, no para vosotras, hacéis los nidos, aves; así vosotras, no para
vosotras, lleváis los vellones, ovejas». De esta manera quedó demostrado que
era Virgilio el verdadero autor de los siete versos.