sábado, 21 de noviembre de 2015

HERMANA LECHUGA

SAN FRANCISCO DE ASÍS HABLA FRATERNALMENTE A LA NATURALEZA

HERMANA LECHUGA

Tierna lechuga vital:
Deja que verde te vista
antes de entrar a engrosar
el número ecologista
de seres vivos y en paz
en serio orden de revista,
como quieren colocar
al bravo toro de lidia.
Que nadie te ha de tocar
ni una hoja, a la vista
de un guardia antinuclear
campeón naturalista.
Lástima le tengo al pan
cuando los animalistas
descarguen su ira y afán
y lo incluyan en la lista
de alimentos “de guardar”,
de guardar hasta más vista´
pero sin desayunar
-como en la iglesia, en las misas
y en fiestas de comulgar-.
Quiero dejar hoy escritas,
por lo que pueda pasar,
mil gracias a la bendita
masa del primer manjar:
El pan, que toda hambre quita,
que te la hace olvidar
y la delgadez evita,
antes de que lo prohiba,
una ley que has de acatar:
la norma ecopacifista,
de “antes muerto que matar”;
matar aquello que exista
vivo o por animar;
basándose en la premisa
de que no hay que profanar
ni a la semilla que pisa
de trigo, el buey al arar,
"¡Que hubiera dado una espiga!
Y después, otra; y cien más"
que engordaran su barriga
( la de ese buey, claro está)
sin límite ni medida,
gordo hasta reventar,
mas, ¡respetando su vida!
 Todo, menos ser harina,
harina de otro costal,
amasada y bien cocida.
Y añade la Mundial
Organización cansina
de la Salud humanal,
que comer carne es nociva
costumbre para olvidar.
“¡Primero es la vaca viva!
Antes está el animal;
el animal, y su vida”.
¿Y la nuestra…? “¡Eso da igual!
Lo bueno es que el buey viva,
Que viva todo animal”
 Y ¡al hoyo la humana vida!:
No digáis que eso está mal
porque os ganaréis la ira
de Dios, que os castigará.
Viva el cerdo y la lubina,
viva el ave de corral;
no importa pollo o gallina;
viva el cordero lechal
de la cena decembrina
hijo de Ares marcial
y la baladora ovina
que lo supo amamantar,
viva la almeja coquina,
y el mejillón balear,
que viva la res taurina
la liebre, el jumento asnal,
el delfín y la “delfina”,
el tordo en el olivar
y hasta la leche caprina
que vino de teta a dar
de Amaltea, a Zeus, la ninfa;
aunque haya que cocinar
en cerámica vasija
para, de fiebre, salvar;
si son calostros, ¡divina!
Pero ¡ya está bien de hablar…!
¡Viva, que viva y que viva
todo ser viviente, y más!;
pero no demos la vida
por un partido animal
que ni a correr nos convida.
Viva el jamón sin salar
y el salado, en la cocina,
y el cuchillo de cortar
en lonchas largas y finas,
con vino para tomar
a la hora de la comida.
Viva el bistec caballar,
 y el salchichón de pollina;
el chorizo de colgar
y el conejo a la parrilla.
Del esturión, el caviar
y aquella trufa extrafina
que el cochino supo hallar
en la raíz de la encina.
¿Por qué hay que seleccionar
qué tomar en la comida
si todo es tan natural
sea puerro, pez o cecina;
sea vegetal, animal,
pavo, trucha o mandarina
y lo hemos tomado tal
 como dice la divina
palabra que hay que tomar
las perdices y laudinas,
desde tiempo inmemorial?
            

                                                                Firmado: Francisco de Asís II


                                                              ©Salvador Navarro Fernández

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